Los países ricos se están volviendo adictos a la mano de obra barata

Ankush Kankar, inmigrante indio, trabaja como aprendiz de mecánico de automóviles en Friburgo (Alemania). BAPTISTE SCHMITT PARA EL WALL STREET JOURNAL

Las empresas recurren cada vez más a los trabajadores inmigrantes ante la escasez de mano de obra, pero los economistas advierten de los peligros a largo plazo. Sostienen que ahoga el crecimiento de la productividad y ayuda a las compañías a retrasar la búsqueda de soluciones más sostenibles que podrían incluir mayores inversiones en automatización o reestructuraciones más radicales, incluso como su cierre.


A medida que la emigración alcanza niveles récord en todo el mundo, los economistas debaten si algunas industrias dependen demasiado de la mano de obra extranjera.

Muchos empresarios afirman que la contratación de trabajadores extranjeros poco cualificados se ha convertido en algo esencial, a medida que la población local envejece y la mano de obra disminuye. En la zona rural de Wisconsin, John Rosenow señala que es imposible encontrar trabajadores locales para su granja lechera de 1.000 acres. Depende de 13 inmigrantes mexicanos, frente a los 8 o 10 de hace una década. Eso le ha permitido evitar hacer costosas inversiones en robots que puedan ayudar a ordeñar a las vacas, como han hecho otros productores lácteos.

“Tenemos gente muy buena”, dijo Rosenow. Con mano de obra inmigrante, “estoy bastante seguro de que si quisiera duplicar el empleo, podría hacerlo en una semana”.

Para algunos economistas, sin embargo, la dependencia de los trabajadores importados se está acercando a niveles poco saludables en algunos lugares, lo que ahoga el crecimiento de la productividad y ayuda a las empresas a retrasar la búsqueda de soluciones más sostenibles a la escasez de mano de obra.

Esas soluciones podrían incluir mayores inversiones en automatización o reestructuraciones más radicales, como el cierre de empresas, que son dolorosas pero pueden ser necesarias a largo plazo, sostienen estos economistas.

Una granja lechera en Wisconsin. FOTO: MORRY GASH/ASSOCIATED PRESS

“Una vez que la industria se organiza de una determinada manera y la estructura anima a los empresarios a contratar inmigrantes, puede ser muy difícil dar marcha atrás”, aseguró Martin Ruhs, profesor de estudios sobre migración en Florencia (Italia). “En algunos casos, los responsables políticos deberían preguntarse si tiene sentido”, comentó Ruhs, antiguo miembro del Comité Asesor sobre Migración del Reino Unido, que aconseja al gobierno británico sobre política migratoria.

Es probable que el debate se acalore aún más a medida que las sociedades occidentales se acercan a un abismo demográfico. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la población en edad de trabajar está disminuyendo en todas las economías avanzadas. Según un reciente informe de la aseguradora alemana Allianz, la población en edad laboral de la Unión Europea (UE) se reducirá en una quinta parte hasta 2050.

Hay formas de contrarrestar esa tendencia, como animar a los trabajadores de más edad a retrasar su jubilación. Pero importar mano de obra extranjera suele ser la opción más fácil, dada la oferta de trabajadores disponibles en lugares como América Latina o África.

La inmigración también proporciona un impulso de crecimiento económico, ya que los inmigrantes aumentan la población y gastan dinero, incluso aunque provoque la reacción de grupos conservadores, como ha ocurrido en Estados Unidos y Europa.

En Estados Unidos, el año pasado llegaron 3,3 millones de inmigrantes más de los que se marcharon, frente a un promedio de unos 900.000 en 2010.

Tres cuartas partes de los trabajadores agrícolas y el 30% de los trabajadores de la construcción y la minería son inmigrantes. En conjunto, los inmigrantes representaban el 18% de la mano de obra estadounidense en 2021, frente al 16% de una década antes, según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde), el club de países ricos con sede en París.

A pesar de haber prometido durante décadas frenar la inmigración, el Reino Unido ha experimentado un aumento desde su salida de la UE en 2020, ya que las empresas se pelean por conseguir empleados. Más del 27% de las enfermeras del Servicio Nacional de Salud son extranjeras, frente al 14% en 2013. En Alemania, los sindicatos calculan que aproximadamente el 80% de los trabajadores de los mataderos son inmigrantes.

Desventajas de la dependencia excesiva

El aumento de la dependencia de mano de obra importada poco experimentada puede dar lugar a un menor crecimiento de la productividad, lo que en última instancia determina la velocidad a la que pueden expandirse las economías, según sugieren algunos estudios económicos.

Un estudio realizado en Dinamarca en 2022 reveló que las empresas con fácil acceso a trabajadores inmigrantes invertían menos en robots. Estudios realizados en Australia y Canadá plantean que los inmigrantes podrían mantener vivas a las empresas débiles, lo que pesaría sobre la productividad global.

El crecimiento de la productividad laboral ha sido lento en las economías avanzadas en los últimos años. En los sectores agrícolas de Estados Unidos y el Reino Unido, la productividad se ha estancado durante una década o más. En Japón y Corea, con políticas de inmigración más restrictivas, aumentó en torno al 1,5% anual, según datos de la Ocde.

Encontrar el equilibrio adecuado entre permitir cierta inmigración, que puede ayudar a restaurar el dinamismo en países envejecidos, y evitar la dependencia excesiva, es difícil. En muchos sectores no existe una alternativa obvia a los trabajadores extranjeros.

Si se dejara de lado la inmigración, los precios de los productos fabricados con mano de obra inmigrante subirían. También dejaría a muchas personas de los países más pobres con menos opciones de mejorar sus vidas.

Anna Boucher, experta en migración global de la Universidad de Sydney, indicó que es probable que a corto plazo sea necesaria cierta inmigración con poca destreza debido a la escasez de mano de obra cualificada. Sin ella, algunos servicios de guardería en Australia cerrarían y las hortalizas morirían en los campos.

Los estudios económicos dan cuenta de que la afluencia de inmigrantes altamente cualificados, como científicos e ingenieros, puede aumentar la productividad de las empresas e incrementar los salarios y las oportunidades de empleo de los trabajadores locales.

Los economistas están más divididos en lo que respecta a los inmigrantes menos cualificados. Estos trabajadores también son más fáciles de sustituir, incluso en sectores que parecen poco candidatos a la automatización.

En la República Checa, algunos agricultores utilizan robots con inteligencia artificial para supervisar y cosechar fresas. La empresa israelí Tevel Aerobotics Technologies ha desarrollado drones para la recogida de fruta. La empresa británica Fieldwork Robotics acaba de empezar a vender robots recolectores de frambuesas de 1,80 m de altura y cuatro brazos de plástico.

Sin embargo, para los gobiernos, llevar a cabo reformas que impulsen la productividad y permitan la desaparición de las empresas más débiles es mucho más difícil que aumentar la inmigración, advierte Dan Andrews, experto en productividad de la Ocde.

“Es posible que algunos países hayan optado por la vía fácil”, agrega.

Reacción de las empresas

Con la esperanza de acelerar la automatización en la agricultura, el gobierno británico está invirtiendo dinero en tecnología agrícola. También está considerando la posibilidad de abolir las normas que permiten a las empresas pagar a los trabajadores inmigrantes un 20% menos de lo que se paga por un trabajo, lo que ha provocado las protestas de los grupos de presión de los agricultores. Dicen que los agricultores adoptan rápidamente la tecnología si está disponible, pero que los robots no sirven para recoger frutas y verduras.

“La tecnología a la que aspiramos está a cinco años vista... lo decíamos hace cinco años”, comentó Martin Emmett, agricultor y funcionario de la National Farmers’ Union, un grupo comercial.

En Malasia, el gobierno anunció el año pasado la congelación de la contratación de nuevos trabajadores extranjeros. Los ministros del gobierno afirman que la excesiva dependencia de la mano de obra extranjera barata ha creado un ciclo perjudicial que permite a las empresas resistirse a la innovación. Las empresas locales sostiene que necesitan más tiempo para invertir en automatización y mejorar las destrezas de los trabajadores.

Algunos sectores, como el manufacturero y el de las plantaciones, han podido contratar extranjeros tras interponer recursos, pero la congelación general de la mano de obra extranjera sigue vigente sin fecha de finalización.

En Canadá, los economistas aseguran que el gobierno ha dejado de lado un sistema de inmigración cuidadosamente gestionado que daba prioridad a los trabajadores altamente cualificados, y ha aumentado considerablemente la admisión de estudiantes extranjeros y otros trabajadores temporales poco experimentados. Al inundar el mercado de mano de obra barata, Ottawa puede estar apoyando a empresas poco competitivas y, en última instancia, perjudicando la productividad, según un informe de diciembre coescrito por el exgobernador del Banco Central canadiense, David Dodge.

La producción económica per cápita es inferior a la de 2018, tras años de inmigración récord, señala Mikal Skuterud, economista de la Universidad de Waterloo, en Ontario. Canadá ha estado trayendo tantos trabajadores poco cualificados que disminuye la productividad general del país, alertó.

El enigma de la carnicería en Alemania

Los debates también se intensifican en Alemania, donde las empresas, incluidas las carnicerías de las estribaciones de la Selva Negra, dependen cada vez más de la mano de obra importada.

Los jóvenes ya no quieren formarse como carniceros, dicen las empresas locales, porque es un trabajo poco glamoroso y mal pagado. La escasez de mano de obra es una de las razones por las que el número de carnicerías se ha reducido a la mitad en las dos últimas décadas.

Hace tres años, Handirk von Ungern-Sternberg, funcionario de la cámara local de artesanía, puso en marcha un proyecto piloto para contratar aprendices de carnicero en la India, aprovechando un cambio en la legislación alemana que facilitaba la contratación de trabajadores poco cualificados de fuera de la UE. La primera remesa de 13 jóvenes indios llegó en septiembre de 2022.

Ahora, la demanda se disparó. Von Ungern-Sternberg planea traer a unos 140 trabajadores indios este año. Ese número podría triplicarse en el futuro, señaló.

Desde mecánicos de automóviles hasta constructores, las empresas locales están pidiendo a gritos sus jóvenes reclutas indios. Cámaras de artesanía de toda Alemania, desde los Alpes hasta el Mar del Norte, buscan su ayuda para poner en marcha proyectos similares.

“Nos preguntamos, ¿dónde está el límite? ¿Somos una empresa de empleo? No sabemos dónde está el límite”, afirmó Von Ungern-Sternberg.

El programa también beneficia a los consumidores, ya que ayuda a mantener bajos los costos de los carniceros. Al otro lado de la frontera, en Suiza, donde no hay trabajadores indios, la carne cuesta casi cuatro veces más.

Sin embargo, los empresarios suizos también han estado experimentando con nuevas tecnologías, como las máquinas expendedoras de salchichas conocidas como Wurstautomaten, que podrían reducir la necesidad de carnicerías a pequeña escala y, en última instancia, ayudar a bajar los precios.

Mientras tanto, la oposición a la inmigración aumenta en Alemania, lo que sugiere que la dependencia de los carniceros de la mano de obra importada podría no ser sostenible. El apoyo al partido antiinmigración Alternativa para Alemania alcanzó recientemente un máximo histórico del 23%. Las encuestas sugieren que podría convertirse en la fuerza política más fuerte en varias elecciones estatales alemanas a finales de este año.

Dilema lácteo

En Wisconsin, el ganadero Rosenow se muestra escéptico ante las ordeñadoras automáticas que, según él, se anuncian en las revistas agrícolas. Algunos vecinos experimentaron con robots, pero volvieron al trabajo humano porque los robots necesitaban reparaciones constantemente, dijo.

Además, los robots costarían el doble que los trabajadores inmigrantes y su mantenimiento sería costoso, comentó Rosenow. Con los inmigrantes, “la mano de obra no es una limitación”.

Onan Whitcomb, un productor lácteo de Vermont, no está de acuerdo. Dice que cuando quiso aumentar la producción decidió no contratar a trabajadores inmigrantes. En su lugar, gastó US$ 800.000 en cuatro robots de ordeño de fabricación holandesa.

La producción de leche por vaca ha crecido un 30% y la incidencia de la mastitis, una enfermedad inflamatoria, ha disminuido un 80%, explica, lo que significa menos gasto en antibióticos. Whitcomb asegura que pudo suprimir 2,5 puestos de trabajo y que la inversión se amortizó en siete años.

“Ordeñábamos 300 vacas y pasamos a 240, y aún así ganamos más” leche, cuenta Whitcomb. “Eso es difícil de superar”, añade.

Un trabajador ordeña vacas en una granja de Lancaster, Wis. FOTO: DANIEL ACKER/BLOOMBERG NEWS

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