Álvaro Bisama: “Javiera Mena existe entre el presente y el futuro del pop”

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El escritor publicó Piensa en mí como soy, una crónica sobre la intérprete de "Sol de invierno" en el que develar quién es, de dónde viene y hacia dónde va parece ser el objetivo. Un libro que escribió en 2013, cuando la artista preparaba el lanzamiento del disco Otra era (2014) y hacía el tránsito entre lo independiente y lo masivo. Un texto que quedó ahí, como olvidado, atrapado en el pasado, y que ve la luz hoy como un objeto completamente anacrónico.


“¿Qué sabemos de Javiera Mena?”, pregunta el escritor Álvaro Bisama en Piensa en mí como soy (Montacerdos). “Ahora mismo, mucho y poco”, anota luego y, entonces, comienza un viaje en el que, uniendo trozos, pequeños textos de aquí y de allá, intenta descifrar a una artista que llevó el pop y sus sonidos a otro lugar.

Develar quién es, de dónde viene y hacia dónde va Javiera Mena parece ser el objetivo del autor en esta crónica sobre la intérprete de "Sol de invierno". Un libro que escribió en 2013, cuando la artista preparaba el lanzamiento del disco Otra era (2014) y hacía el tránsito entre lo independiente y lo masivo. Un libro que quedó ahí, como olvidado, atrapado en el pasado, y no se publicó hasta hoy, que ve la luz como un objeto completamente anacrónico.

Porque Piensa en mí como soy no sabe de la Javiera Mena actual. No la conoce. No sabe que pasó a ser parte del catálogo de Sony Music, que lanzó Espejo (2018), que debutó en el megafestival Coachella en 2019 o que dejó de trabajar con Cristián Heyne, su productor histórico. Y no necesita saberlo.

Bisama arma un collage con pasajes de su propia vida en los que Mena fue la banda sonora, recuerdos de cuando vio a la cantante sobre el escenario, reflexiones en torno a su música, escenas de la compositora en su estudio, probando, pensando, esbozando, y extractos de conversaciones que en algún momento, en algún lugar, tuvo con Javiera. Diálogos en los que ella se confiesa, sobre su niñez y adolescencia, sobre las fiestas y sus amores, y da también luces de sus influencias. De esta forma, con el pasar de las páginas, el escritor logra su afán de perfilar a la artista y llegar, finalmente, a su esencia.

"Siempre he pensado en que lo que hace Javiera existe entre el pasado y el futuro del pop. Algunas veces suena muy clásica, otras como si existiera dos años en el futuro", dice Bisama a Culto. Así, el autor aborda el alma musical de Javiera: como escribe en el libro, la de una mujer que dejó la guitarra de lado, tomó el teclado, los sintetizadores y renunció al sonido habitual del pop-rock chileno como el de Los Tres o Los Bunkers para abrir el pop a otros espacios, tal como lo hizo Jorge González.

La comparación con uno de los músicos chilenos más reconocidos no es azarosa. Y es que pese al giro y la vanguardia de Mena, en algún punto sigue conectada con el pasado. En su sonido, era innegable la influencia de un disco como Corazones de Los Prisioneros, un álbum en el que, tras años de un rock de crítica y denuncia social, aparecían el pop, los sintetizadores y el amor (o desamor).

"Corazones siempre estuvo ahí. Lo descubrí de nuevo hace como cuatro o cinco años. Ahí me di cuenta de lo bueno que es el disco a nivel de letras, la intensidad que tiene, el hilo conductor, los recursos; esa mezcla de elementos lo hacen muy único", le dijo Javiera al autor en una de sus conversaciones.

Sobre esto, Bisama asegura que Mena "recoge dos tradiciones a la vez, entre muchas. Por un lado, está la de la compositora o letrista, que es un aspecto que a mí me interesa mucho de lo que hace. Las letras como un diario de vida, como una búsqueda donde a veces hay un espejo o un enigma. Por otro, está la tradición del pop y el dance que tiene a Jorge González a la cabeza, con discos como Corazones como referente central. Javiera está en esos dos lados, los mezcla y les da un sentido nuevo, hace su propia de lectura de la tradición ahí, como si encontrara un hilo perdido".

"El baile era de todos"

"La obra de Javiera Mena es una cápsula del tiempo. Si se quisiera investigar qué sucedió con el cuerpo, con los afectos, con la vida de ciertos chilenos durante la primera década del siglo XXI, habría que volver a las canciones de Mena", apunta Bisama en Piensa en mí como soy. "Mena nunca juega a esconder, sino a explicitar: el destinatario de sus canciones siempre es una chica, el deseo siempre es algo que aborda la esperanza y el candor; el deseo es algo que existe de modo natural", escribe después.

Y tiene sentido. Desde su primer disco, Esquemas juveniles (2006), en sus letras, siempre íntimas, alejadas de tapujos y clichés, la artista, desde la pasión, desde una tensión amorosa, le habla a otro y, pareciera, se expone. Y es que las composiciones de Mena pueden hablar desde la propia experiencia. O no. No lo sabemos con certeza. Pero, como sea, esas sensaciones y situaciones que interpreta son, a la larga, el idioma universal de una generación liberada. Podrían ser la historia de cualquiera.

Un corazón roto en "Esquemas juveniles" —"tenemos que tener / Nuestras miradas perdidas / En direcciones nulas y focalizar / Es fácil definir llegar a un mismo destino / Y difícil llegar al unísono"—; la conexión de dos personas a través de la música en "Un audífono tú, un audífono yo" —"y el recorrido de este bus / No hay palabras que decir / Solo la canción que elegí / Un audífono tú, un audífono yo"— o el deseo en "Sincronía pegaso" —"y te tengo que preguntar / ¿Tú crees que es coincidencia que estemos acá? (…) Dame una oportunidad / Dime que sí que sí / Dame una oportunidad / Dime que sí que sí"—.

Con todo, en su crónica, Bisama subraya el vínculo profundo que Mena logra con sus fans. Algo que el escritor grafica a Culto con un recuerdo, con una postal que le quedó grabada en la mente: "Hay un gesto empático que es muy suyo, una conexión natural con el público. Alguna vez la vi en una tocata en un teatro con otros grupos. Todos eran muy buenos y perfectos y sonaban bien. La Javiera cerraba. Cuando salió ella, la gente se paró y se puso a bailar. No recuerdo si se subieron al escenario pero lo más posible es que sí. No había separación entre ella y la gente. El baile era de todos".

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